Fernando Lozano presenta en Almonacid su libro 'Antonio Vallejo Álvarez. Arquitectura de la sensatez'
Almonacid de Zorita. 16 de abril de 2023. El arquitecto alcarreño nacido en Valdeconcha, Fernando García Lozano, ha presentado este fin de semana en el Centro CeLA de Almonacid de Zorita su libro 'Antonio Vallejo Álvarez. Arquitectura de la Sensatez'. Lo hizo prologado por la alcaldesa de Almonacid, Beatriz Sánchez, que agradeció el interés de la demarcación de Guadalajara del COACM por acercar la figura de Vallejo Alvarez a su localidad natal -Almonacid de Zorita-, y que subrayó también la apuesta municipal por la cultura; y por el presidente de la demarcación de Guadalajara del COACM, José Antonio Herce, quien destacó públicamente el trabajo de García Lozano que contribuye a sacar del anonimato a este arquitecto, cuya obra raya a gran altura y que llegó a ser, incluso, Decano del Colegio de Arquitectos de Madrid entre los años 1965 y 1967.
Antonio Vallejo Álvarez nació en 1903 en la villa alcarreña. Se construían entonces las instalaciones del Salto de Bolarque, que fue inaugurado por Alfonso XIII en el año 1910. Su padre era el médico del pueblo. Y, pese a sus orígenes madrileños y a que se marchó de Almonacid con solo 12 años, “siempre mantuvo el vínculo, y, de hecho, lo citaba en numerosas ocasiones”, explicó el autor del libro. La villa almorcileña tampoco ha olvidado al personaje. Una de sus calles, lleva su nombre.
Antonio Vallejo ejerció la profesión de arquitecto durante largos años, concretamente entre 1928 y 1983. Fernando García Lozano descubrió su obra estudiando el racionalismo arquitectónico madrileño del segundo tercio del siglo XX. “El hecho de encontrarme como autor a un arquitecto alcarreño, como yo, me llamó la atención. Pero realmente lo que me decidió a investigar sobre él, y centrar mi tesis doctoral en su figura, fue la admiración que me produjo su Iglesia de Santa Rita en Madrid, una auténtica obra maestra”, señaló García Lozano.
El autor del libro reconocía que, presentar el libro en Almonacid “es muy agradable”. Por cercanía con su patria chica, “me siento en mi casa”, añadía, pero sobre todo, explicaba que “creo que es justo hablar de Antonio Vallejo Álvarez en el pueblo que lo vio nacer”.
Obviamente, García Lozano hacía referencia al título de su libro en Almonacid. “El libro se llama así porque él solía decir que en esta profesión, lo primero que hay que ser es sensato, algo que he contrastado con su hijo, el también arquitecto Antonio Vallejo Acevedo”, explicaba el autor en Almonacid. Pero ésta es la respuesta fácil. La complicada, tiene que ver “con el racionalismo arquitectónico y con cómo la arquitectura puede generarse sencillamente desde una concepción sensata de la profesión, algo de lo que podríamos estar hablando horas y horas”, añadía.
Su trabajo, en palabras de García Lozano, “sublima el buen hacer del arquitecto; Vallejo fue un profesional como la copa de un pino”. Admitiendo que no llega a ser un genio, como otros grandes maestros modernos, sin embargo, “su dominio de la arquitectura es absoluto”. Según explicó el autor del libro, es un arquitecto tal y como da a entender la etimología de la palabra, que, en griego, quiere decir jefe de la construcción, de los obreros. “Vallejo fue dueño de una gran constructora, Duarín, un profesional pegado a obra y un hombre que ejerció a la perfección el oficio de arquitecto”, opinó García Lozano.
La prolífica obra de Vallejo -55 años de carrera- comienza con una visión racionalista, anclada en el antiguo régimen, pero termina siendo completamente moderna. Su obra es un ejemplo perfecto de la evolución de la arquitectura del siglo XX en España, con ejemplos entre sus edificios del historicismo o del movimiento moderno, pasando por el racionalismo e incluso por el Art decó.
La Guerra Civil truncó y modificó su carrera de manera sustancial. Vallejo fue colaborador del Gobierno de la II República. Fue la mano derecha de Bernardo Giner de los Ríos, ministro republicano y también arquitecto de profesión, y considerado uno de los pioneros en España del estilo racionalista y funcionalista. Vallejo trabajó con el gobierno de la República hasta su exilio, acompañándolo incluso hasta la frontera con Francia.
Sin embargo, sus amistades le permitieron reconducir esta situación delicada. Gracias a la ayuda de personalidades como Cabanyes Mata, logró resituarse en el nuevo contexto político y continuar su exitosa carrera durante la dictadura, tras afincarse durante años en la periferia, y concretamente en Almería, donde su trabajo dejó huella.
Y si el de Antonio Vallejo es un ejemplo de sensatez en la arquitectura, la conversión de la tesis doctoral que dio origen al libro es un ejemplo de “tozudez y paciencia”, como él mismo reconoce, de Fernando García Lozano. Su insistencia se ha visto posteriormente recompensada con una edición exitosa, y con la colaboración de tres colegios de arquitectos, el de Castilla-La Mancha, el de Madrid, y el de Almería, y de dos instituciones, el Ayuntamiento de Almonacid y la Diputación Provincial de Guadalajara.
Entre las obras de Vallejo Álvarez, García Lozano se queda con la citada Iglesia de Santa Rita, con las Torres Gemelas de Bellas Vistas, obra de los años 50 en Madrid, “una excusión en el movimiento moderno”, y también con alguna obra de Almería, como su edificio del paseo de la estación, además de Las Francesas. Todas ellas salieron a colación en su repaso por la vida y obra de este arquitecto almorcileño a quien García Lozano ha hecho justicia.